diumenge, 16 d’octubre del 2016

La implicación española en la Matanza de San Bartolomé, la 'boda roja' que dejó 7.000 muertos (en ABC)

Al conocer la masacre ocurrida contra los hugonotes en París, Felipe II «empezó a reírse, dando muestras de placer y satisfacción» y aseguró que tuvo aquel día uno de los mayores «contentamientos de mi vida»

Catalina de Médici aparece en el centro, vestida de negro. en este cuadro de la matanza pintado por Édouard Debat-Ponsan
Catalina de Médici aparece en el centro, vestida de negro. en este cuadro de la matanza pintado por Édouard Debat-Ponsan
La madrugada del 23 de agosto de 1572, una señal dada por las campanadas de maitines desde la iglesia de San Germán-Auxerrois, próxima al Louvre, dio comienzo a la llamada Matanza de San Bartolomé en Francia. Como Felipe II de España llevaba años aconsejando, Carlos IX ordenó eliminar a los cabecillas protestantes reunidos en París durante esos días a modo de ataque preventivo. Cuando el embajador francés acudió al Alcázar de Madrid a dar las novedades, Felipe «empezó a reírse, dando muestras de placer y satisfacción» y aseguró que tuvo aquel día uno de los mayores «contentamientos de mi vida».
La brutal y sorpresiva persecución de protestantes se cobró entre 7.000 y 12.000 muertos, con la boda teñida de sangre entre uno de los líderes calvinistas y la hermana del Rey de Francia como rojo telón de fondo.


Retrato de Catalina de Médici
Retrato de Catalina de Médici- Wikimedia
Mientras España disfrutaba de un tiempo de paz en lo que a guerras internas se refería, Francia se desangró todo el siglo XVI en una guerra civil interminable entre católicos y calvinistas. Carlos I y Felipe II no dejaron en ningún momento que crecieran en la península las corrientes protestantes, siendo aquella una demostración de la uniformidad de su dominio hispánico; en contraste con los monarcas franceses, demasiado debilitados para impedir una guerra civil que privó a Francia del puesto de potencia hegemónica que parecía tener su nombre a principios de la Edad Moderna.
Felipe II de España, en cualquier caso, sufrió sus particulares guerras de religión en los dominios hispánicos de los Países Bajos, donde el apoyo de los protestantes alemanes, ingleses y franceses mantenía abierto el conflicto a pesar de los muchos recursos y tropas enviados desde España. De ahí el interés de los españoles en que Francia pusiera fin al poder de los hugonotes (los protestantes franceses), que se aprovecharon de la debilidad de la Monarquía gala para aumentar su influencia.
El Rey de Francia, Carlos IX, era católico y se cuidaba por mantener la paz con su cuñado Felipe II, pero se mostró incapaz de cortar la creciente influencia hugonote, mas cuando era su madre, Catalina de Médici, quien realmente reinaba en las sombras debido a la debilidad física y mental del soberano.

España carga contra la debilidad de Carlos IX

En julio de 1566, la Corona enmendó el edicto de Amboise para prohibir el culto protestante en Francia, a lo que los hugonotes reaccionaron intentando secuestrar al Rey en Meaux. A la vista de su fracaso, los protestantes se lanzaron a poner sitio a París. Carlos IX y su madre se vieron obligados a pedir auxilio al Gran Duque de Alba, gobernador de los Países Bajos, que llegó a enviar 2.000 arcabuceros y 1.400 soldados de caballería, si bien el cerco se rompió sin necesidad de que intervinieran los españoles.


III Duque de Alba de Tormes
III Duque de Alba de Tormes- Wikimedia
No obstante, las tropas católicas vencieron finalmente a los hugonotes en la batalla de Saint-Germain (1567) y forzaron su retirada a la región que se extiende entre Sens y Troyes, allí se unieron con refuerzos alemanes dejando de nuevo el tablero de juego en punto muerto. En poco tiempo, Catalina de Médici se convirtió en la máxima defensora de alcanzar un acuerdo de paz y poner fin a la tercera de las Guerras de religión en Francia.
En 1570 se firmó la conocida como la Paz de Saint-Germain por la que la Corona aceptó la readmisión de los protestantes en la administración pública, así como la libertad de culto en privado. Felipe II, casado con una de las hijas de Catalina, veía incomprensible el cambio de postura de su suegra. En diciembre de 1568, Alba escribió al Monarca español en gruesos términos sobre lo que estaba ocurriendo en Francia:
«Vuestra Majestad no puede imaginar el mal gobierno que Carlos y Catalina conducen, creyendo engañar al mundo entero; no he visto ni un hombre ni un caballo que crea capaz de hacer nada de mérito; negocian puramente como niños».
Para más humillación, la paz habría de certificarse con el enlace matrimonial entre la Princesa Margarita de Valois –otra de las hermanas del Rey– y el noble calvinista Enrique de Borbón (el futuro Enrique IV de Francia). Esta boda fue prevista para el 18 de agosto de 1572, sin que fuera aceptada ni por el Papa Pío V, ni por su sucesor Gregorio XIII. Tampoco por el pueblo parisino. Si bien se calcula que había cerca de dos millones de protestantes en Francia, la capital del reino era un lugar hostil a este grupo religioso y recibió con desprecio la llegada de un gran número de nobles protestantes para asistir al enlace. Los gastos y la exhibición de lujos terminaron de incendiar el ánimo del pueblo.


Enrique III de Navarra y Margarita de Valois
Enrique III de Navarra y Margarita de Valois
Y no era menor la hostilidad entre los nobles. Las sucesivas guerras y masacres había convertido a muchos en enemigos irreconciliables, siendo ahora que tenían que compartir los asientos de la Corte. Como muestra de la tensión, la católica Casa de Guisa se negó a ceder su lugar en las ceremonias a los Montmorency, redomados protestantes, y la tensión empezó a materializarse en ruido de conspiración. Así y todo, la ceremonia se llevó a cabo en la fecha fijada con la bendición realizada por el cardenal de Borbón, tío de Enrique, delante del atrio de la Catedral Notre Dame de París. La incapacidad para ponerse de acuerdo limitó la ceremonia a una mera bendición, evitando la celebración de la misa de esponsales
La violencia hizo acto de presencia cuando todavía resonaba la bendición. En el contexto de los festejos por la boda, el 22 de agosto de 1572 se perpetró un atentado con arcabuz contra Gaspar de Coligny, almirante hugonote, a consecuencia del cual perdió un dedo y resultó herido en el brazo izquierdo.
Un partido protestante fuerte en Francia significaba más aliados para los rebeldes de Flandes
¿Quién estuvo detrás de un atentado que ponía en riesgo una paz tan precaria? La Casa de Guisa atrajo todas las miradas sospechosas, porque además creían que Coligny había estado detrás de la muerte de Francisco de Guisa, asesinado diez años antes. Asimismo, el disparo contra el almirante se hizo desde la casa de un miembro de la familia. El otro de los grandes sospechosos era el propio Rey de España, aliado de Guisa, que buscaba así evitar una paz que iba a perjudicar sus intereses en los Países Bajos: un partido protestante fuerte en Francia significaba más aliados para los rebeldes en Flandes.

Una boda roja a la francesa

Las miradas también se dirigieron a Catalina. Difícilmente podía no estar enterada de los preparativos de un atentado de esa magnitud, si es que no lo orquestó ella misma; y por supuesto, no movió un dedo para hallar a los auténticos culpables cuando los calvinistas se lo reclamaron. Según la tradición, Coligny habría adquirido demasiada influencia sobre el joven Carlos IX y la Reina madre quiso poner fin de golpe a esta amenaza. Si en algún momento Catalina se había elevado como garante de la paz, su papel en el atentado y en la Noche de San Bartolomé dejó claro que la suya era una postura más cercana, en verdad, a la de Felipe II.
Carlos IX ordenó ejecutar «a los que pretenden levantarse contra el estado», a excepción de los príncipes Enrique de Navarra y el príncipe de Condé
Mientras la Reina madre cenaba en vísperas del día 23, los protestantes irrumpieron para pedir justicia y recordando a Catalina que a las afueras de París un ejército 4.000 hombres hugonotes clamaba por encontrar a los asesinos. Catalina entendió al momento (si es que todo no formaba parte de un plan organizada por ella para llegar a esa situación) que debía adelantarse al inminente ataque hugonote.
Tras cerrar todos los accesos a la ciudad y proporcionar armas a los burgueses, la Reina madre se dirigió a la habitación de su hijo y le describió con grandes palabras un complot de los hugonotes para asesinarle aquel mismo día y apoderarse de la Corona. Histérico por la noticia, Carlos IX ordenó ejecutar «a los que pretenden levantarse contra el Estado», a excepción de los príncipes Enrique de Navarra y el príncipe de Condé. A los pocos minutos, la campana de la iglesia de Saint Germaint Auxerrois, que durante siglos había avisado a los ciudadanos de París para que tomaran las armas, tocó a rebato y Catalina transformó en masacre lo que todavía era parte de los festejos por el enlace matrimonial entre su hija y un calvinista.


Representación de la matanza de San Bartolomé según François Dubois
Representación de la matanza de San Bartolomé según François Dubois
En una escena que haría las delicias del televisivo personaje de «Juego de Tronos» Walder Frey, los soldados católicos recorrieron el palacio, sacando a los nobles hugonotes y a sus mujeres de las camas y matándolos allí mismo. Se dice, no en vano, que un hombre escapó y entró gritando en la habitación de la recién casada princesa Margarita, sujetándola ante su cuerpo para que le sirviera de escudo. El hombre no salió con vida de aquel lance.
Una guarnición de soldados se dirigió también a la casa del almirante Coligny a terminar el trabajo. El almirante Coligny fue sacado por la fuerza de su lecho y arrojado a la calle por una ventana de palacio. La matanza se extendió a las calles parisinas y se alargó varios días, a pesar de los intentos reales por frenar la locura homicida del pueblo.
Además, el Rey firmó la orden de que se aplicaran medidas similares en el resto del país. En los días siguientes tuvieron lugar matanzas en los lugares en los que los hugonotes estaban en minoría. El número total de muertos se estima en total en 2.000 en París y de 5.000 a 10.000 en toda Francia.

¿Desde cuándo existe España y la nación española? en ABC

San Isidoro de Sevilla eleva a España a la categoría de Primera Nación de Occidente en su libro «Historia Gothorum»: «De cuantas tierras se extienden desde el Occidente hasta la India, tú eres la más hermosa, oh sagrada y feliz España, madre de príncipes y de pueblos» 

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«La nación hispana o la Hispania Universa, no supo unirse contra Roma. Defendida por los Pirineos y el mar habría sido inaccesible. Su pueblo fue siempre valioso pero mal jerarquizado», Lucio Anneo Floro, historiador latino.

Hispania, que procede probablemente de la palabra fenicia «I-span-ya» («Tierra de metales»), fue la denominación que los romanos pusieron a la región romana que ocupaba la totalidad de la Península Ibérica. Como es habitual con los nombres elegidos por los romanos, la delimitación no respondía a la realidad tribal y se trataba de una decisión meramente geográfica. Hoy en día, aquella provincia romana está ocupada por tres entidades políticas distintas, Portugal, España y el Principado de Andorra, cuyas formas actuales costaron siglos de luchas y alianzas.

El sueño de una Hispania cristiana

Si bien la Monarquía visigoda buscó la creación de un único reino en toda la Península Ibérica, los visigodos tuvieron que compartir originariamente el territorio con los suevos, instalados en el noroeste («Galliciense Regnum»), y los bizantinos, que controlaban zonas del sur. Por esta razón, tras unificar la mayor parte del territorio de la España peninsular a fines del s. VI, el rey Leovigildo solo pudo proclamarse monarca de «Gallaecia, Hispania y Narbonensis».
Pero no desistieron los visigodos en su empeño de crear conciencia de una única monarquía cristiana, como bien recogen las obras históricas del arzobispo San Isidoro de Sevilla. Este clérigo hijo de padre hispanorromano y de madre goda eleva a España a la categoría de Primera Nación de Occidente en su libro «Historia Gothorum»: «De cuantas tierras se extienden desde el Occidente hasta la India, tú eres la más hermosa, oh sagrada y feliz España, madre de príncipes y de pueblos». El texto de San Isidoro de Sevilla se convirtió en lectura obligatoria para todos los príncipes cristianos que habitaron la península durante la Edad Media. Era el viejo sueño aparcado.
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«Conversión al cristianismo de Recaredo» de Muñoz Degrain (1888).
Esa idea de una única entidad «hispana» pervivió en la mitología e imaginario de los escasos núcleos donde la invasión árabe no consiguió penetrar. Pocos años después de la batalla de Guadalete, en el 711, nada quedaba del Reino Visigodo, salvo pequeños reductos liderados por nobles norteños. A partir de este punto, la denominación de España se entendía, según el bando, como los reinos cristianos o como la zona musulmana. Por ejemplo, en tiempos del rey Mauregato de Asturias fue compuesto el himno «O Dei Verbum» en el que se califica al apóstol Santiago, patrón de la España cristiana, como «dorada cabeza refulgente de “Ispaniae”».

Unión de reinos con los Reyes Católicos

Los reinos medievales eran estructuras débiles y poco unificadas. No fue hasta el comienzo de la Edad Moderna, con la reducción del poder de la nobleza y el clero, cuando surgieron los embriones de los estados modernos por toda Europa. El intento español corrió a cargo de los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, que unificaron las dos coronas más poderosas de la península en 1469 y cuyos descendientes heredaron una algarabía de reinos ibéricos, también Navarra y Granada, que se conocían, entre otras denominaciones, como «las Españas». El Descubrimiento de América y la Conquista de Granada, ambos hechos acontecidos en 1492, están considerados simbólicamente como el origen de la España moderna.

Sin embargo, en opinión de muchos historiadores la unión dinástica no es un hecho suficiente para hablar de una única entidad política porque ni siquiera existía una integración jurídica. Los Reyes Católicos unificaron la política exterior, la hacienda real y el ejército, pero lo hicieron respetando los fueros y privilegios de cada uno de sus reinos.
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Cristóbal Colón tomando posesión de las Indias Occidentales
«A mediados del siglo XV, en la Península Ibérica no quedaban más que cuatro reinos cristianos: Portugal, Castilla, Aragón y Navarra. Los cuatro se consideraban originales, distintos, pero hermanos: todos eran españoles. A pesar de las diferencias políticas, existía una solidaridad indudable, compartían la idea de reconstituir la unidad política perdida. Los enlaces matrimoniales estaban destinados a recuperar la unidad peninsular y la boda de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, en 1469, puso los cimientos de ese proceso», argumenta en sus estudios el hispanista Joseph Pérez, quien no duda, sin embargo, en otorgar una configuración, identidad y conciencia de España a partir de la unión dinástica.

De una forma u otra, la palabra España perdió su significado meramente geográfico con la unión dinástica. Aunque todavía no se puede hablar de solo un reino, la dinastía de los Habsburgo utilizó entonces la designación de Rey de España para hacer referencia a sus posesiones en la Península Ibérica. Así, Felipe II es denominado desde su nacimiento Príncipe de España.
Los castellanos suponían el 80% de la población y ocupaba tres cuartas partes del territorio peninsular
A raíz de esta unión dinástica y de estas nuevas titulaciones comenzaron a surgir voces críticas contra la preeminencia de Castilla sobre el resto de reinos que formaban España. Los historiadores catalanes han acusado tradicionalmente a Castilla de apropiarse de la identidad española. Las razones son evidentes. Los castellanos suponían el 80% de la población y ocupaba tres cuartas partes del territorio peninsular en el momento de la unión dinástica. No es de extrañar, por tanto, que el timón de esta nueva entidad tuviera protagonismo castellano, así como que los escritores castellanos de la época no hicieran distinción entre castellanos y españoles.

El historiador Henry Kamen, en su libro «España y Cataluña: Historia de una pasión», recuerda que no se trata de un fenómeno aislado puesto que «en otros países de Europa los regentes políticos del centro territorial, económico o político han tendido siempre a identificarse como el verdadero estado y despreciar a las zonas periféricas».

De monarquías-Estado a Estado-nación

Con la llegada de la dinastía de los Borbones, Felipe V se puso al frente por primera vez del «Reino de España». Hasta entonces no había existido ese término. Pero una cosa es la fundación del reino, y otra la de un estado-nación español tal y como lo entendemos hoy en día. Aquel fue un proceso mucho más lento, que exigió dos siglos de un intenso intercambio cultural y comercial entre las regiones españolas. 


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Felipe V de España por Hyacinthe Rigaud
La mayoría de historiadores apuntan a la Guerra de Independencia, en concreto a la Constitución de Cádiz de 1812, como el nacimiento de la idea de España como nación. En plena invasión napoleónica, la promulgación de una constitución de corte liberal dejó recogido en su artículo 1 a la «Nación española» como «la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». El resto del convulso siglo XIX dio forma –con la pérdida de las colonias, las Guerras Carlistas y las sucesivas crisis políticas– al concepto de nación española que tenemos en la actualidad.

Este proceso fue similar en el resto de Europa, donde la caída del Antiguo Régimen sustituyó a los Estado-imperio, ciudades-Estado y monarquías-Estado por los Estado-nación. El cambio de paradigma queda retratado en cómo las sucesivas ediciones del Diccionario de la lengua española modifican radicalmente el concepto de «nación». En 1780, era «la colección de habitantes de alguna provincia, país o reino»; mientras que un siglo después, en 1881, era «el estado o cuerpo político que reconoce a un centro común supremo de gobierno».

Este proceso de crear una identidad nacional tuvo un enorme éxito en sus orígenes en la mayoría de territorios españoles, sobre todo en los más industrializados, véase Cataluña y el País Vasco, pero sufrió varias anomalías en su fase intermedia. El enclenque desarrollo de la red ferroviaria, de la escuela (un gran factor de cohesión) y la mala salud del ejército a finales del siglo XIX terminaron manifestando el descontento de algunos sectores dirigentes frente a ese estado nación español. En Cataluña, los industriales textiles perdieron mucho volumen de negocio con la caída de las últimas colonias y decidieron hacer una apuesta hacia otros proyectos de nación. Ese es el origen delos nacionalismos excluyentes periféricos, que no del independentismo, siempre marginal acaso hasta fechas recientes.

dimarts, 4 d’octubre del 2016

El tránsito a la Modernidad

Cambios a finales de la Edad Media y tránsito a la modernidad

A NIVEL ECONÓMICO

Expansión de la actividad comercial y de la vida urbana, una tendencia que con el tiempo llevara a la consolidación del sistema capitalista. 
  • Mejoras técnicas
  • Expansión del comercio
  • Mejora de las comunicaciones
A NIVEL SOCIAL
  • Emergencia de la burguesía
  • Aparece una nueva sensibilidad: los nuevos ideales de la vida burguesa (pragmatismo, goce terrenal de la vida, proximidad) empiezan a sustituir los ideales caballerescos
A NIVEL RELIGIOSO

Crisis espiritual e institucional

Durante la Baja Edad Media, la cristiandad viven convulsiones como las guerras entre reyes y nobles o entre reyes, o como la Peste Negra, que se solapan a una prolongada crisis de la institución eclesiástica, cuya estructura, organización y funcionamiento se ha visto resentida por la sustitución progresiva del sistema feudal por un mundo vertebrado en torno a las ciudades y el comercio con un poder político cada mas centralizado en las naciones estado emergentes  

  • La crisis paulatina del modelo feudal (vertical y jerárquico en un mundo estable, sin cambios inspirada por valores aristocratizantes)  a consecuencia del protagonismo de fenómenos como la expansión de comercio, el renacimiento de la vida urbana, el auge de la burguesía y el fortalecimiento del pode político
  • Los conflictos con un poder político cada vez más fuerte y centralizado.
  • La relajación de las costumbres:
    • corrupción,
    • nepotismo
    • y simonía.
  • El bajo nivel cultural del clero. 
  • Una teología desconectada de la vida cotidiana y de los cambios que se estaban experimentando:
    • Visión negativa de la condición humana
    • Condena del préstamo a interés considerado usura
  • Peste Negra
  • Exacerbación de la consciencia del pecado. Procesiones de flagelantes
  • Incertidumbre vital ante un mundo que en cambio
  • Mayor conciencia individual.Devotio moderna: fomento de la meditación y de la religiosidad personal frente a la piedad popular multitudinaria y superficial 
  • Lutero y la justificación por la fe
  • Calvino, la predestinación y el desarrollo capitalismo. Cromwell y el puritanismo
  • La subjetividad calvinista 

A NIVEL CULTURAL Y CIENTÍFICO. Véase el siguiente documento (importante)

Llegan a Italia sabios que huyen de Constantinopla, tomada por los turcos en el año 1453 y que divulgaron a los autores clásicos y romanos que ya habían empezado a ser conocidos en Occidente gracias a las traducciones del árabe que se divulgaron desde Toledo y que reflejaban una visión más terrenal y próxima de los asuntos humanos. 
  • Humanismo que exalta las cualidades del hombre frente a la visión pesimista de la condición humana anterior (hombre pecador). la visión antropocéntrica sustituye al teocéntrica. Giovanni Pico della Mirandola (Discurso sobre la dignidad del hombre):   Cuando Dios terminó la creación del mundo, empieza a contemplar la posibilidad de crear al hombre, cuya función será meditar, admirar y amar la grandeza de la creación de Dios. Pero Dios no encontraba un modelo para hacerlo. Por lo tanto se dirige al primer ejemplar de su criatura, y le dice: "No te he dado una forma, ni una función específica, a ti, Adán. Por tal motivo, tendrás la forma y función que desees. La naturaleza de las demás criaturas la he dado de acuerdo a mi deseo. Pero tú no tendrás límites. Tú definirás tus propias limitaciones de acuerdo con tu libre albedrío. Te colocaré en el centro del universo, de manera que te sea más fácil dominar tus alrededores. No te he hecho mortal, ni inmortal; ni de la tierra, ni del cielo. De tal manera, que podrás transformarte a ti mismo en lo que desees. Podrás descender a la forma más baja de existencia como si fueras una bestia o podrás, en cambio, renacer más allá del juicio de tu propia alma, entre los más altos espíritus, aquellos que son divinos."



  • Renacimiento. Inspiración en los modelos clásicos de belleza y armonía. Los artistas abandona el anonimato.  
  1. Texto 1: Del clérigo al burgués **
  2. Texto 2: Reloj y modernidad *
  3. Texto 3  Tiempo y modernidad ***
  • Empirismo: Véase el siguiente documento (importante)
  • Ilustración: Véase el siguiente documento (importante)
  • Romanticismo

Véase el siguiente vídeo a partir del minuto 6:https://www.youtube.com/watch?v=pDpEDR9-01w





A NIVEL POLÍTICO

Los cambios que se están viviendo favorecen la trasformación de las instituciones políticas en las siguientes direcciones:


  1. Sustitución paulatina de una visión de la actividad política de inspiración religiosa por otra terrenal guiada por el realismo y la eficiencia y centrada en consolidar el estado (el conjunto de instituciones políticas que hacen posible la vida en común) que garanticen el orden y la justicia frente a los intereses particulares en liza. Maquiavelo y El príncipe. Castiglione y El Cortesano

  1. Reconocimiento del protagonismo político de la burguesía, una tendencia que llevará a la idea de contrato social primero y que después cristalizara  en las revoluciones liberales y que se iniciará en Holanda (revolución holandesa: república, tolerancia) y en Inglaterra (consolidación del poder del parlamento) y más tarde en América (Independencia de la Trece colonias) y Francia (Revolución Francesa): derechos del hombre, división de poderes, elecciones, parlamentarismo.

  2. Fortalecimiento del poder centralizador del rey frente: primero monarquías autoritarias y el nacimiento de los estados nacionales; y, después, absolutismo.
  3. Utopismo y revolución. Totalitarismos. 
A NIVEL DE VIDA ÍNTIMA a partir de Phillipe Ariès



En la Edad Media la comunidad constituye un medio familiar en el que todo el mundo se conoce y se espía.

Era el único espacio habitado y regulado según ciertos derechos.

A la llegada del siglo XIX, la sociedad se torna anónima en la que las personas ya no se conocen. Esto sucede a través de dos maneras:

• mediante el derecho de elegir con mayor libertad la condición o el tipo de vida
• refugiándose en la familia, centro del espacio privado.

Para visualizarlo hemos de recurrir a la historia íntima, a la vida privada. El modelo de la vida pública es un modelo evolucionista, donde las innovaciones y supervivencias son indistinguibles.

El modelo de la vida privada considera las realidades con más detenimiento y las divide en periodos.

Entre los acontecimientos que modifican la idea que las personas tienen de ellas mismas y de su papel en la vida diaria de la sociedad hay que destacar los siguientes.-

1. El surgimiento de un Estado más intervencionista

El individuo debía construir una imagen de apariencia y utilizaba el gasto, la ostentación y la insolencia como herramientas para mantener su honor/prestigio. Por ello, el Estado prohibió los duelos y prescribió el lujo de vestido para evitar la usurpación de puestos. Intervenía en las relaciones internas.

El Estado con sociedad articulada en tres niveles:

-La sociedad cortesana: mezcla de acción política, festividad, compromiso personal y jerarquía.
-Clases populares: mezcla de trabajo y fiesta, mundo de la calle, plaza, alameda. En la plebe hay más obstáculos para el desarrollo del mundo privado.
-Se desarrollan grupos intermedios, pequeñas sociétés.

2. Alfabetización y lectura: gracias a la imprenta. La persona se hace una idea por sí mismo del mundo, obtiene conocimientos empíricos y realiza reflexiones.

3. Nuevas formas de religión: a partir de los siglos XVI y XVII. La oración adopta nuevas formas de meditación solitarias.

Indicios de privatización.-

1. Literatura de civilidad: contenía reglas de buena crianza y código de cortesía. Se trataba más de extender un espacio reservado del cuerpo. Los abrazos y besos en la mano se sustituyen por ademanes discretos y furtivos. Nacía un nuevo pudor donde se disimulaban actos de excreción.

2. Literatura autógrafa: es el diario íntimo, cartas, confesiones que relacionan la lectura, escritura y conocimiento de uno mismo. No están destinados a ser públicos, son hechos por el gusto de hacerlo.

3. Gusto por la soledad: se da por la necesidad del hombre de aislamiento. Ya no es tedioso.

4. La amistad: ya no es únicamente fraternidad de armas o camaradería, es un sentimiento más civil, un trato afable, una fidelidad apacible.

5. Nueva forma de concebir la vida diaria: el arte y la arquitectura nacen como una exteriorización de uno mismo y de los valores que se cultivan en sí. Nacen a causa del gusto, el arte del interior donde se decoran los muebles, camas y tapices, también el arte de la mesa y los vinos.

6. La historia de la casa: nuevas dimensiones de las habitaciones y multiplicación de espacios pequeños; la creación de espacios de comunicación que permiten entrar o salir; la especialización de las habitaciones que sirven hacia una funcionalización como lo es la búsqueda de espacio para la intimidad y por último, la distribución de la calefacción y de la luz (por ej.: la chimenea).

El individuo, el grupo, la familia.-

1. La conquista de la intimidad individual:
los siglos XVI y XVII se caracterizan por individualización de costumbres en la vida diaria. La búsqueda de intimidad está ligada al amor, así como también la discusión de confidencias políticas. Surge un individualismo de costumbres que declinó a finales del siglo XVIII donde nace la vida familiar, un ambiente que absorbe las preocupaciones del individuo.

2. Formación de grupos de convivencia social: durante los siglos XVI y XVII se forman  pequeñas sociedades consagradas a la conversación, es decir, una reunión entre personas particulares con quienes uno se comunica para evitar el aburrimiento de la soledad y el trastorno de la multitud. Estos grupos declinaron cuando se pretendió institucionalizarlos dado a que perdieron la informalidad y espontaneidad.

3.La familia cambia de sentido: se convierte en un refugio donde uno escapa a las miradas del exterior, un lugar de afectividad en donde se establecen relaciones de sentimiento entre la pareja ylos hijos. El padre se convierte en figura moral que inspira respeto. Aún así la sociabilidad anónima no se elimina.

La doble definición de lo público.-

La sociabilidad anónima se sustituye por una restringida que se confunde con la familia o el propio individuo.

El problema radica en saber cómo se pasa de un tipo de sociabilidad en la que lo privado y lo público se mezclan, a una en la que ambas se separan, incluso la absorbe o reduce su extensión.

En la Edad Media no se tiene nada privado dado a que se depende de las sociedades colectivas para la protección y el sustento, sin embargo, desde la aparición del Estado Cortesano queda disponible un espacio-tiempo para actividades particulares.
 A fines del siglo XVI y la primera mitad del XVII la transición no fue sencilla, el Estado no pudo hacerse cargo de todas las funciones así que surgen las redes de clientela (nobleza local) que se hicieron cargo de las funciones tanto públicas (militares) como las privadas(servicios).

Las personas ejercían el poder en nombre del rey con sus propios fondos, hasta que el rey les permita recobrar el dinero y más en retorno. Existe una doble relación público/privado en la que el Estado todavía se administra como un bien familiar.

Sin embargo, para la segunda mitad del siglo XVII, la remuneración pública se separa del gasto privado y las clientelas empiezan a regirse por las leyes del Estado.

Al principio del siglo XVIII lo público está netamente desprivatizado. A partir de aquí el espacio privado está casi cerrado y separado por completo del servicio público que se ha hecho autónomo y es reemplazado por la familia.

Las conclusiones principales:

  1. La contraposición del hombre de Estado con el particular, el contraste entre las relaciones políticas y el espacio doméstico.

  1. El paso de una sociabilidad anónima (donde lo público y privado son lo mismo) hacia una fragmentada en la que aparecen sectores bien diferenciados (sector social, profesional, doméstico)