dilluns, 30 de novembre del 2009

La ciencia del s. XVIII: la Sociedad Lunar de Birmingham

FUENTE: http://www.rtve.es/tve/b/redes2007/semanal/pr332/frcontenido.htm

Entrevista con Jenny Uglow

La escritora Jenny Uglow es miembro de la Royal Society de Literatura de Londres. En su libro "The Lunar Men: The friends who made the future" (2002), Uglow traza la historia de la sociedad lunar de Birmingham, un ejemplo de interdisciplinaridad en los albores de la revolución industrial.


PRIMER BLOQUE
Punset:
Era en un lugar como este, en una taberna como esta pero no aquí en Londres sino Birmingham – la cuna de la revolución industrial – y en una taberna como esta se tramó literalmente el mundo moderno. Lo vamos a ver con Jenny Uglow. Jenny es maravilloso tenerte aquí.
Jenny:
Es un placer estar aquí.
Punset:
Ese grupo de personas fue fantástico. Se reunían las noches de luna llena porque así podían ver por dónde pisar. Eran maravillosos porque en realidad fueron los pioneros no sólo del mundo moderno sino también del método científico, y la revolución científica. Constantemente hacían preguntas a la naturaleza, no como nosotros que hacemos preguntas a las personas ¿cómo los describirías? Ya que has pasado años estudiándolos.
Jenny:
Lo más importante es que la Sociedad Lunar de Birmingham era un grupo de amigos que se formó poco a poco, y que trabajaron juntos durante unos 35 años, hasta que se hicieron mayores y se murieron. Cada uno tenía un interés en particular en química, astronomía, en medicina, en gases...
Punset:
En materiales...
Jenny:
Sí en materiales, y en el vapor y en la energía, y lo que es muy importante es que tenían diferentes personalidades y venían de campos diferentes. Unos eran académicos, otros eran teóricos, otros eran hombres muy prácticos sin formación universitaria, y justo por eso había un verdadero intercambio de conocimientos entre ellos y esto era muy interesante.
Punset:
Y todos estaban convencidos – es extraño ¿no? - de que la gente debería saber lo que estaba sucediendo. Tú me has contado lo que sucedió cuando apareció la electricidad, la gente se electrocutaba entre ellos, ya que jugaban, y los conservadores,... era gente que decía que finalmente habíamos descubierto el espíritu, el alma, de la energía de la tierra, así es como se les aparecía la electricidad, y los conservadores, el establishment decía no reveléis los secretos de Dios.
Jenny:
Sí, siempre tuvieron que luchar contra esto: contra esa idea de que se estaban enfrentando a la naturaleza, que no se debería interrogar sus secretos; pero ellos realmente querían hacerlo. Pero respecto a la electricidad, a menudo pienso lo impresionante que debía ser ver ciertas cosas por primera vez. Cuando tuvieron grandes maquinas eléctricas que emitían chispas, que entonces se llamaba electricidad estática, uno se da cuenta de que para ellos la energía se convertía en algo que sin duda se podía tocar, en realidad se podía ver y oír físicamente.
Punset:
Por primera vez...
Jenny:
Por primera vez, y sabían pues que estaban al borde de un gran descubrimiento.
Punset:
Y quién era tu preferido de esas fantásticas personalidades. Hay uno por el que sientes especial simpatía ¿Erasmus Darwin o Pristley o Watt?
Jenny:
Bueno, todas las historias se entremezclan, y uno se concentra en logros particulares, como por ejemplo Watt y la máquina de vapor. Y creo que para cualquiera que escriba, cuando te concentras en alguien esa es la persona que más te interesa en ese momento. Pero si me distancio, la personalidad más impresionante es Erasmus Darwin.
Punset:
Increíble: qué afortunado fue Darwin de tener un abuelo como él. Pero era un médico, un médico ambulante, por lo visto, o no tenía una dirección fija.
Jenny:
Sí, tenía una en Lichfield, que es una pequeña ciudad con catedral en el centro de Inglaterra, y tenía un dispensario para los pobres en la casa de al lado; pero para poder financiarla visitaba a sus pacientes ricos por todo el condado: él estimaba que viajaba unos 16.000 Km. al año. Y hay un hecho que refleja su forma típica de pensar: estaba viajando en su propio caballo y pensó ¿por qué no podemos utilizar la energía del vapor que se acaba de descubrir para hacer un coche de vapor? Y en lugar de pensar que sólo era a una fantasía, dejarlo como una idea, se pudo a diseñarlo y lo dibujó sobre el papel y después lo envió a Matthew Bolton quien tenía una fábrica en Birmingham y le pidió: Matthew ¿puedes construirme esto?
Punset:
¿Puedes construirme una máquina de vapor que mueva carruajes de ruedas?
Jenny:
Exacto. Y el sistema cambios de marchas que inventó Darwin ya se utilizó, creo, en los primeros coches.
SEGUNDO BLOQUE
Punset:
Y lo que es maravilloso... realmente fueron precursores de lo que a veces pensamos que será el siglo XXII. Estaban obsesionados con la tecnología, o la ciencia, pero esto no les impedía pensar en las emociones o en la poesía, o la vida. Y creo que fue Darwin quien conoció a Rousseau, el filósofo francés, y de ese encuentro surgió algo.
Jenny:
Sí, Rousseau vino a Inglaterra en 1760 pasó 2 años aquí, de él se ocupó David Hume –el filósofo; pero en algún momento residió en Dugdale, en el condado de Derby, muy cerca de donde vivía Erasmus Darwin. Allí se conocieron y lo que tenían en común era el interés por la botánica, en las plantas. Parece ser que Rousseau, en aquel momento, buscaba consuelo, por así decir, en la investigación sobre la naturaleza. Y por eso después mantuvieron mucha correspondencia. Pero por otra parte también él afecto a Darwin y particularmente a los más jóvenes de este grupo, Richard Lowell Edgeworth y Thomas Day y se convirtieron en seguidores convencidos de Rousseau; adoptaron sus ideas políticas acerca de la libertad y de la educación de los niños, viendo que esto también podía ser considerado ciencia.
Punset:
No recuerdo cuál de ellos dijo algo que hoy día parece muy nuevo para algunos “la mente no es nada y proviene del cerebro y cuando el cerebro se muere es nuestro final”.
Jenny:
De hecho era Joseph Priestley y es algo extraordinario ya que de todos ellos era el único predicador, un pastor no conformista de Birmingham. Pero así es cómo él veía nuestra existencia terrenal: que al final se acababa. De todos ellos es del que menos se espera que fuera tan materialista, ya que era un sacerdote; y tuvo que conciliar su religión con sus hallazgos científicos. Él sin embargo creía en la resurrección, en un segundo advenimiento y en el día de juicio final, y creo que debió ser muy duro conciliar todo esto.
Punset:
Otra de las cosas que es fantástica de esta gente, es que aplicaban la química de los gases a los problemas de salud. Y no se lo creerán pero inventó la soda: el agua tónica a mediados del siglo XVIII. Y probablemente de alguna forma contribuyó mucho al descenso del índice de mortandad.
Jenny:
Esto es muy interesante porque otro del grupo James Keir, que era químico, al final de su vida montó una fábrica de jabón y nuevos métodos de cristalización y en realidad se decía que el jabón Keir había hecho más por disminuir la tasa de mortalidad que ningún otro adelanto de la ciencia médica. Pero volvamos a Priestley: Lo del agua de soda vino porque él vivía al lado de una fábrica de cerveza y él experimentó haciendo fuego con maderas y analizando los vapores que se acumulaban en la parte superior de las barricas de cerveza, y se dio cuenta que si se ponía un cuenco con agua en estos vapores se volvía gaseosa, con gas, porque el gas carbónico iba a parar al agua y esto era su agua de soda.
Punset:
Y esto fue algo privado, no fue subvencionado, sin ningún instituto nacional de investigaciones ni nada...
Jenny:
No, pero más tarde, cuando el Capitán Cook estaba haciendo la vuelta al mundo en barco y necesitaban llevar agua, creyeron que la fermentación podía ayudar a prevenir el escorbuto, y Priestely dijo “llevaros mi agua de soda” y así es como se hizo en algo nacional.
Punset:
Antes has mencionado esto del jabón y en tu libro hay una anécdota que dice que Darwin compró 400 jabones diferentes. ¿Para qué quería tantos?
Jenny:
Creo que él se dio cuenta que además de darles a sus pacientes medicinas, si les añadía el jabón, o se utilizaba en los hospitales, realmente contribuiría a mejorar el nivel de salud, o a reducir el nivel de infección. Pero también podía ser que, como siempre estaban ayudándose entre ellos de modo, quizás compró tantos sólo para ayudar al negocio de Keir en aquel momento.
TERCER BLOQUE
Punset:
No deberíamos olvidarnos de Joseph Black, él fue entre ellos el teórico de la química. Es curioso que también lo fueron a buscar los destiladores de whiski verdad? Para que les ayudara a reducir los costes. Y lo consiguió en cierto modo ¿no?
Jenny:
Creo que sí. Y así es como se hacían las cosas en aquel tiempo. En las ciencias experimentales, ya sea la química de Joseph Black o el interés de Darwin por la geología, no es algo que se produzca en un mundo académico y se quede allí encerrado en el vacío. Sino que está relacionado con todo lo que sucede, con los negocios y la agricultura. Los granjeros, o los destiladores de whiski o los fabricantes también experimentan ellos mismos para mejorar, y si se enteran de que alguien ha tenido una buena idea les ofrecen trabajo para que les ayuden, un poco como si fueran consultores. Escocia estaba muy desarrollada en este aspecto y estaba al corriente de las ideas de estos científicos.
Punset:
Y todavía hay otra personalidad fascinante. Quién no ha oído hablar de las porcelanas de Wedgwood. Una fábrica de cerámica siempre ha sido una combinación de ciencia y arte ¿verdad? y en la base de la cerámica está también la química y la experimentación.
Jenny:
Sí, realmente en cada periodo para hacer avanzar la cerámica hay que ser un buen químico, en el sentido que hay que conocer muy bien los compuestos, hay que ser un geólogo y conocer los ingredientes, pero también hay que saber calcular el calor. Y esto es algo que les interesaba a todos: estaban muy interesados en el calor y la energía: a Wedgwood para sus hornos, Bolton y Watt para la máquina de vapor, y tenían un interés paralelo.
Punset:
¿Puede repetirse una cosa así? ¿De dónde proviene el progreso en la actualidad? ¿Hay alguna analogía en la actualidad: algún grupo de amigos que se reúnan en una taberna y creen el mundo moderno?
Jenny:
En término de trabajo colectivo era diferente ya que desde este momento y hasta a principio del siglo XIX, las especialidades científicas todavía no se habían desarrollado. Los químicos podían hablar con los físicos, y con los médicos, o los geólogos con los historiadores de arte – porque compartían un mismo lenguaje, y también de alguna manera lo inventaban. Este lenguaje común desapareció necesariamente con las especialidades académicas y técnicas, desapareció con el desarrollo de las especialidades. Cuando comenzó Internet y la WWW estábamos encantados con su potencial ya que nada similar había existido desde la Sociedad Lunar. Esta idea de la globalidad, de hacer el mundo más pequeño, de la misma manera que este grupo Lunar hizo del mundo algo más pequeño. Yo creo que también tiene que ver con que los diferentes especialistas – de diferentes campos – están empezando a trabajar juntos y a hablar, y la neurociencia es un buen ejemplo de esto.
Punset:
Es cierto, y también la secuenciación del genoma, por ejemplo. Donde hay informáticos, físicos, biólogos moleculares ... volvemos a los hombres Lunares. Hacia el final del libro dices – si recuerdo bien – que les interesaba lo más pequeño, lo infinitésimo y también las grandes fuerzas de energía porque sabían que la energía genera energía – de alguna manera - y que esta energía se debe compartir por todos. Así es como ves a esta gente.
Jenny:
Sí, realmente creían que si se compartía el conocimiento, y que si la gente podía comprender y entender el mundo en el que vivían, éste podría mejorar. Que el conocimiento no se debía mantener aislado y guardado en secreto para obtener un beneficio. Creían también que todo el conocimiento que poseían y habían adquirido sólo era el principio, de manera que en este aspecto también son pioneros ya que incluso cuando se hicieron mayores seguían creyendo que siempre estaban en el umbral de algún descubrimiento.
Punset:
Eran conscientes de que el conocimiento era, de alguna manera, algo muy transitorio pero una fuente de poder.