dimarts, 14 d’octubre del 2008

Los héroes de las Termópilas en (Historia National Geographic)


Agosto de 480 a.C.

Siete mil guerreros griegos son enviados a las Termópilas para frenar a los persas.

20 de agosto

Los persas, con 180.000 infantes, 60.000 jinetes y 700 naves, llegan a las Termópilas.

27 de agosto

Un lugareño indica a los persas un paso para coger por sorpresa a los griegos.

28 de agosto

Leónidas ordena a los aliados marchar y lucha hasta la muerte con sus 300 espartanos.

23 de septiembre

Tiene lugar la batalla de Salamina. Los persas pierden el control sobre el Egeo.


En agosto del año 480 a.C., un grupo de 300 espartanos liderados por el rey Leónidas hizo frente al irresistible avance del ejército persa en el paso de las Termópilas. Su sacrificio salvó la libertad de Grecia.

En el año 480 a.C. el soberano persa Jerjes avanzaba hacia Atenas con el mayor ejército terrestre reunido hasta entonces y con una impresionante flota.

Su objetivo era vengar las afrentas sufridas en el año 499 a.C. en Sardes y en la batalla de Maratón nueve años después. Además, quería convertir a los indómitos ciudadanos helenos en sus vasallos.

El rey Leónidas de Esparta decidió sacrificar su vida y la de trescientos miembros de su
guardia personal con el objetivo de frenar el ejército invasor en el paso de las Termópilas, la puerta natural de entrada a la Grecia central.

Poco sabemos de la vida de Leónidas, la información de la que disponemos proviene de cinco grandes autores no espartanos: Heródoto, Tucídides, Jenofonte, Aristóteles y Plutarco. Leónidas no estaba destinado a reinar, pero el suicidio de su hermanastro Cleómenes y la muerte de su hermano Dorieo le elevaron a la máxima dignidad en Esparta.

Leónidas se dirigió a las Termópilas con 300 espartanos, a los que se sumaron guerreros de toda Grecia, con 7.000 hombres debía hacer frente a un ejército de 200.000.

Rodeados por los persas tras la traición de un lugareño llamado Efialtes, Leónidas y los espartanos combatieron con un «furor temerario» hasta caer todos abatidos. El sacrificio de su jefe, Leónidas, y de su guardia de espartanos salvó la independencia de Grecia, en la batalla de Salamina y, posteriormente, en la de Platea.