dijous, 27 de març del 2008

Darwin, estudiante mediocre

Charles Darwin: Por debajo de la media

Fuente: kindsein.com

Image:Charles Darwin 1816.jpg

Charles_Darwin_1816 (7 años)

Image:Charles Darwin by Julia Margaret Cameron.jpg

Charles_Darwin
1868 (59 años)


Fragmentos de la Autobiografía de Charles Darwin.

Darwin recuerda en su autobiografía que le gustaba mucho recolectar cosas desde que era muy pequeño: conchas, monedas, minerales, ... y que también se interesaba por la variedad de las plantas. Un día le dijo a otro niño que podía producir varios tipos de flores de colores distintos sólo con regarlas con ciertos fluídos coloreados, «lo cual era una montruosa fábula, porque jamás lo había hecho».
«Tengo que confesar que cuando era pequeño tendía a inventar historias falsas de forma deliberada, y siempre lo hacía para impresionar». Una vez recogió una buena cantidad de fruta de los árboles de su padre, la escondió, y después corrió a contar que había encontrado un alijo de fruta robada.

«Debía ser bastante ingenuo cuando fui al colegio por primera vez. Un niño llamado Garnett me llevó un día a una tienda y compró unas tartas, que no pagó porque el dependiente se fiaba de él. Cuando salimos de la tienda le pregunté por qué no había pagado los pasteles y él me contestó inmediatamente "¿es que no sabes que mi tío dejó una gran suma de dinero a la ciudad con la condición de que todos los comerciantes ofreciesen gratis lo que les pidiera quien llevase su viejo sombrero y lo moviese de una forma determinada?" Y me mostró cómo había que moverlo.
«Entonces entramos en otra tienda donde ocurrió lo mismo. Movió el sombrero de la manera que había descrito y pidió algo pequeño que se llevó sin pagar. Cuando salimos de la tienda me dijo: “Ahora si quieres ir tú mismo a aquella tienda de pasteles, te prestaré mi sombrero y así puedes coger lo que quieras si lo mueves de manera adecuada sobre tu cabeza”. Acepté encantado aquella oferta tan generosa. Entré y pedí varios pasteles, moví el viejo sombrero y, cuando me marchaba, el dependiente salió detrás de mí, se me cayeron los pasteles y corrí por mi vida; me sorprendí al ser recibido por mi falso amigo Garnett con grandes carcajadas.

La escuela

«En el verano de 1818 fui a la gran escuela del Dr. Butler en Shrewsbury y me quedé allí siete años, hasta que cumplí los dieciséis. Me quedaba a dormir allí para disfrutar de la gran ventaja de vivir como un auténtico estudiante. Pero como la distancia a mi casa era poco más de una milla, muy a menudo me iba corriendo en los largos intervalos entre el final de las clases y el cierre de las puertas del colegio por la noche. Creo que esto me resultó muy beneficioso porque mantuve la relación familiar. Recuerdo que, en los primeros años de mi vida en la escuela, tenía que correr mucho para llegar a tiempo, y lo lograba a menudo. Pero cuando dudaba, rogaba a Dios para que me ayudara, y recuerdo bien que atribuía mi éxito a los rezos y no a mi rápida marcha, y me maravillaba de cómo siempre me ayudaba.

Paseos solitarios

«He oído a mi padre y a mi hermana mayor decir que yo tenía cuando era muy joven una gran afición por dar largos paseos solitarios; pero no sé en qué pensaba mientras los daba. A menudo me quedaba absorto y una vez, mientras volvía a la escuela por encima de una antigua fortificación que rodeaba Shrewsbury, que había sido convertida en un sendero público sin protección en uno de los lados, me salí del camino y me caí. La altura era sólo de unos siete u ocho pies. Sin embargo, la cantidad de pensamientos que pasaron por mi cabeza durante esta caída tan corta pero tan repentina e inesperada fue asombrosa, y no parece compatible con lo que los fisiólogos han demostrado, creo, sobre que cada pensamiento requiere una apreciable cantidad de tiempo.

La escuela, una etapa en blanco

«Nada pudo haber sido peor para el desarrollo de mi mente que la escuela del Dr. Butler, ya que era estrictamente clásica, y no se explicaba nada más que un poco de geografía antigua e historia. La escuela, como educación para mi, fue simplemente una etapa en blanco. Durante toda mi vida he sido totalmente incapaz de dominar ningún idioma. Se prestaba especial atención a la composición de versos, pero nunca pude hacerlo bien. (...)

«Se prestaba mucha atención a aprenderse de memoria las lecciones del día anterior. Lo podía hacer con gran facilidad, aprender cuarenta o cincuenta lineas de Virgilio y Homero mientras estaba en la capilla por la mañana. Pero este ejercicio era completamente inútil, porque olvidaba todos los versos al cabo de cuarenta y ocho horas. (...)

«Cuando dejé la escuela, no estaba ni por encima ni por debajo de la media. Creo que estaba considerado por todos mis maestros y por mi padre un chico muy corriente, más bien por debajo del nivel normal de inteligencia. Para mi gran pesar, mi padre una vez me dijo: “No te preocupas nada más que de cazar, de los perros, de perseguir ratas, y serás una vergüenza para ti mismo y para tu familia”. Pero mi padre, que era el hombre más amable que he conocido y cuyo recuerdo tengo en mi corazón, debía estar enfadado y fue un poco injusto cuando utilizó esas palabras.

(...)

«Recordando cuanto puedo mi carácter durante la vida escolar, mis únicas cualidades prometedoras eran unos gustos fuertes y diversos, mucho entusiasmo por lo que me interesaba y sentía un gran placer al comprender cualquier tema o cosa compleja. Un profesor particular me enseñó a Euclides, y recuerdo claramente la intensa satisfacción que me daban las demostraciones de la geometría. Recuerdo, con igual nitidez, el placer que me produjo mi tío [el padre de Francis Galton] al explicarme los principios del barómetro Vernier.
«Con respecto a mis gustos variados, aparte de la ciencia, era aficionado a leer varios libros, y solía sentarme durante horas leyendo las obras históricas de Shakespeare, generalmente en una vieja ventana en los gruesos muros de la escuela. Leía también poesía, como las Estaciones de Thomson, y los poemas recien publicados de Byron y Scott. Menciono esto porque más tarde en mi vida perdí completamente, para mi pesar, todo el placer de la poesía de cualquier tipo, incluyendo a Shakespeare.

«En mis primeros días en la escuela, un chico tenía una copia de las Maravillas del Mundo, que leía a menudo, y discutía con otros chicos sobre la veracidad de algunas de sus afirmaciones, y creo que este libro me produjo por primera vez el deseo de viajar a países remotos, que se cumplió finalmente con el viaje del Beagle.
«En la última parte de mi vida escolar me convertí en un gran afincionado a disparar. No creo que nadie más haya podido mostrar más entusiasmo por algo sagrado que el que tenía yo por disparar a los pájaros. »

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Charles Darwin (1809-1892). Científico británico creador de la teoría evolutiva y del concepto de selección natural. Sus obras ejercieron una influencia decisiva en las distintas disciplinas científicas y en el pensamiento moderno en general. Su trabajo fue atacado intensamente en su tiempo.